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Se ha recreado la Dolorosa con miles de velas en la localidad de Tañarandy

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Decenas de miles de candiles han alumbrado en Viernes Santo la localidad de Tañarandy recreando el encuentro de la Dolorosa con Cristo. El poblado, al sur de Paraguay, hizo esta mítica procesión el pasado Viernes Santo este mes de abril.

En cuanto el sol se mete por el horizonte, las velas se han de prender. Entonces, una masa de gente en silencio acompaña a la Virgen Dolorosa en busca de su hijo postrado en la cruz. El paseo está acompañado de cantos, rezos y buenos pensamientos. En esta localidad sureña en concreto, la religión juega un rol muy importante y tras dos años en los que la pandemia ha obligado a sus ciudadanos a suspender la celebración popular, se ha podido llevar a cabo.

En total se encendieron más de 50.000 velas cuyas mechas estaban empapadas en grasa de res sobre piel de naranja. Esta curiosa tradición hace que el camino que ha de seguir la popular procesión nocturna se vea más bonita que ningún otro lugar.

Los jesuitas

El camino iluminado tenuemente por todo el suelo fue acompañado desde arriba por el resplandor de una luna llena. El recorrido se prolongó durante cinco kilómetros, desembocando en el templo de San Ignacio, a unas pocas horas de la capital del Paraguay. Esta construcción se remonto a las primeras reducciones indígenas que levantaron los jesuitas en el país.

También fueron los jesuitas quienes fundaron 30 pueblos que ensayaron la Utopía de Tomás Moro antes de acabar siendo expulsados durante el siglo XVIII por la Corono de España. La expulsión se produjo después de quince décadas sin haber abandonado el sitio.

La Virgen Dolorosa

La protagonista de esta celebración es la Dolorosa, quien permanece protegida en un hoyo hasta que aparece con un gesto de pena y dolor producidos por la pena. La escultura de madera original fue concebida hace cuatro siglos por indígenas de las misiones de la orden jesuita. En su honor, se recrea el momento en el que la Virgen encuentra el cuerpo de Jesucristo al ser bajado de la cruz, una vez ya dentro de la iglesia. Por su parte, el Cristo fue esculpido en madera policromada durante el año 1669.

Este año era especial debido a la suspensión de medidas restrictivas de la COVID y esto causó una gran expectación. Por eso, el párroco quiso dar un toque novedoso a la festividad y expuso la imagen del Cristo crucificado ante todo el público. La reliquia solo se había exhibido en dos ocasiones: una durante la visita del papa Juan Pablo II, en 1988 y la otra durante la visita del papa Francisco en 2015.

Esta escena refleja paz, fe y confianza en que el amor supera hasta a la propia muerte debido a que más adelante Jesucristo renace con la Resurrección. Sin duda alguna, un mensaje esperanzador en estos momentos de renacimiento en los que se vislumbra el fin de la pandemia.

La importancia de esta fiesta en tiempos difíciles

Muchos ciudadanos daban gracias a Dios que el virus haya perdido fuerza en parte gracias a la vacunación. Esto es importante ya que la Dolorosa suele atraer sobre todo a una parte de la sociedad de edad más avanzada. Para ellos la religión es un pilar muy importante, pero la salud es algo más delicada y poder haber asistido a este evento supone un balón de oxígeno muy grande en sus vidas.

Además de personas jubiladas o más mayores, también se observaron jóvenes ilusionados y la asistencia de público devolvió luz a Tañarandy. Sin duda alguna, la Dolorosa cada vez está ganando más popularidad en el poblado e incluso está generando cierto valor turístico de puertas afuera. Con todo esto en cuenta, finalizaremos haciendo un breve resumen de los puntos más destacados durante el pasado Viernes Santo:

  • Hubo unas 10.000 personas que acudieron a la procesión en Tañarandy, cada vez más popular y visitada por gente foránea.
  • El pueblo trató de dar un realce estético a la celebración gracias al diseño de un retablo enorme de maíz y cocos que ya se pudo apreciar en la misa central que dirigió el papa Francisco en 2015. El artista de nombre Koki Ruiz está acostumbrado a participar en este tipo de eventos y tiene mucha experiencia a sus espaldas a los 64 años.
  • Por otra parte, se señala la sed de Dios del pueblo paraguayo. Desde el tiempo de los indígenas, en los que se adoraba a Tupá, su Dios, siempre ha habido esa tendencia a la religión. Desde entonces siempre ha habido una cultura que admira antes el arte que las armas y todas estas celebraciones se siguen apreciando hoy en día.
  • Otro punto a destacar fue la celebración masiva de gente sin tapabocas. La procesión tuvo un periodo de suspensión de dos largos años después de la llegada de la pandemia mundial. En esta localidad en concreto, no había prácticamente obligaciones durante la celebración de Viernes Santo.
  • Por último, cabe destacar que los pueblos paraguayos saben montar celebraciones por todo lo alto, pero después de tanto tiempo encerrados, ha quedado más claro que nunca la importancia de este tipo de celebraciones para la sociedad.